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ASUNCIÓN, Paraguay - Pytyvohára es una palabra guaraní que significa “el que ayuda o facilita” y también es el nombre de una organización que, desde hace 9 años, inspira a jóvenes y adolescentes en Paraguay (ubicado en el centro de América del Sur) para trabajar en la promoción de los derechos sexuales y reproductivos. Así lo explica Cintia Escurra, una joven que se dedica desde 2011 a acompañar la formación de las y los adolescentes que participan en el colectivo Somos Pytyvohára.

El trabajo de esta organización se hace más que necesario en un país de casi 7 millones de habitantes, de los cuales 2 millones son adolescentes y jóvenes, y en el que, de cada 4 muertes maternas, 1 es de una niña o adolescente entre 10 y 18 años.

A esto se suma que hay 1 millón de jóvenes fuera del sistema educativo, el 55,6% de ellos entre los 15 y los 19 años no asiste a un establecimiento de enseñanza, y el 15,5% de adolescentes y jóvenes no trabaja ni estudia. De este grupo, el 74% son mujeres.

En el contexto actual, luchar contra el abuso sexual y la violencia hacia niñas, niños y adolescentes se torna un desafío mayor, sobre todo si se tiene en cuenta el aislamiento en el que viven debido a las medidas sanitarias contra la pandemia de la COVID-19, que los vuelve más vulnerables. De acuerdo con los datos del Ministerio de la Niñez y la Adolescencia, el 80% de esos casos de abuso sexual en niñas, niños y adolescentes se produce en el "entorno familiar".

Según explica Belén González, también integrante de Somos Pytyvohára, las organizaciones de adolescentes y jóvenes se han unido para reforzar acciones en medio del aislamiento y están redireccionando sus actividades presenciales para tener otras modalidades de encuentro, como escuelas virtuales sobre acceso a métodos anticonceptivos, embarazo adolescente y salud sexual.

Próximamente también contarán con una línea telefónica de atención en la que hablarán directamente con otros adolescentes y jóvenes y les brindarán contención y orientación relacionadas a salud sexual y reproductiva con enfoque de derechos.

Medidas contra el COVID19, en detrimento de los derechos de los jóvenes

Para Walter Morínigo, un joven activista de la organización Presencia Joven, que trabaja en la ciudad de Encarnación, la juventud debe permanecer organizada. “Debemos ser veedores ciudadanos de las políticas públicas de juventud para que, con esta crisis, no haya retrocesos en cuanto a nuestros derechos”.

Así lo confirma Cintia Escurra, quien se muestra preocupada porque las clínicas de servicios amigables para adolescentes y jóvenes han dejado de funcionar para darles apoyo a los hospitales frente a los casos de COVID-19.

“Se están priorizando otros aspectos en la crisis sanitaria y se han dejado de lado los servicios de salud sexual y reproductiva. El acceso a los métodos anticonceptivos, por ejemplo, se está relegando. Es una dificultad grave, dado que Paraguay tiene un alto índice de jóvenes que inician su vida sexual a temprana edad y las adolescentes se enfrentan a embarazos no deseados. El ejercicio de los derechos sexuales debe ser reconocido para que no haya un retroceso, después de tantos años de luchar por su visibilidad”.

En este sentido, desde varios sectores se han promovido campañas de comunicación y actividades virtuales que incluyen flyers con un lenguaje amigable y juvenil; o como la campaña “CUIDÁnos” del UNFPA y que sumará como aliados al Consejo Consultivo Adolescente y Joven (CCAJ), en uno de sus módulos, así como a Presencia Joven y a Somos Pytyvohára.  Ésta representa una experiencia novedosa de creación participativa, que sirve como canal para escuchar y canalizar la situación de la juventud paraguaya.

Rocío Galiano Marés, representante nacional de UNFPA, explica que Paraguay cuenta con una población significativa de adolescentes y jóvenes que constituye una potencialidad estratégica para el desarrollo del país y que, ahora más que nunca, requiere de la implementación de medidas y políticas específicas para atender sus necesidades y demandas de salud, educativas, de empleo y protección para asegurar que ellos y ellas no queden atrás.

Cumplimiento de derechos, pero también de deberes

Walter Morínigo, señala que las personas jóvenes tienen incontables habilidades y potencialidades, y está convencido de que si se invierte en este sector se podrá fortalecer y potenciar esas habilidades, de manera que las y los jóvenes aporten desde la innovación y la participación en esta crisis.

Las acciones no se han hecho esperar. El liderazgo joven en Paraguay es muy activo y es un ejemplo de solidaridad. Ante la parálisis económica y la escasez de alimentos frente a la pandemia, comunidades de varias ciudades han realizado ollas populares solidarias, organizadas en su mayoría por jóvenes que decidieron darles una mano a sus familiares y vecinos.

Desde ayudar a escribir cartas para dirigirse a las autoridades o conseguir donaciones de alimentos por las redes sociales, hasta organizar a los participantes por turnos para cocinar y gestionar recursos, las y los jóvenes no permanecen indiferentes a la situación.

Las organizaciones de jóvenes en Paraguay tienen un trabajo muy estrecho y se percatan de las necesidades más urgentes de sus pares.

“El hecho de que los jóvenes vean que somos afines a su problemática y de que se acerquen a nosotros en confianza para hablar de temas de salud sexual, sin miedo a ser juzgados, nos hace sentir que lo que aprendimos en estos años de promoción de derechos de las y los jóvenes se puede compartir”, finaliza Cintia Escurra.

Texto: Carolina Ravera Castro y Liliana Arias.

Fotografía: UNFPA Paraguay/Mario Achucarro.