CAAGUAZÚ, Paraguay - Daniela Patricia Rojas Espinoza es una joven oriunda de Caaguazú, ciudad ubicada a 183 kilómetros de la capital. A sus 26 años, se caracteriza por su versatilidad: es activista social, cantante y profesora de canto, escritora, artesana, maquilladora, ilustradora y, en sus propias palabras, "a veces también me las doy de actriz y pintora". En todas sus facetas, un hilo conductor la define: su compromiso por un mundo más justo. Este propósito nace de su propia historia, una historia que "hizo que quiera darle voz y luz de esperanza a otras personas".
Desde su infancia, se vio envuelta en una lucha constante por su salud. Un accidente a los cuatro meses de edad le provocó una contusión cerebral que derivó en epilepsia. A pesar de las dificultades, pudo superar la enfermedad gracias al apoyo de su madre y a un tratamiento oportuno. Sin embargo, nuevos obstáculos surgieron en su camino: fue diagnosticada con el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (o TDAH) y dislexia, lo que dificultaba su aprendizaje en la escuela.
"Por estas situaciones toda mi vida escolar fui alumna de doble turno", recuerda Daniela. "Me sentía tonta, inútil e inservible mientras todos leían, escribían y hacían cálculos más rápido que yo. También se burlaban de mí por eso... pero resistí al bullying en la escuela y a la guerra en mi mente. ¿Gracias a qué? A mi mamá y a la música; escuchar música me ayudaba a calmar el ruido en mi cabeza y a concentrarme en mis tareas".
Seguir adelante
A los 14 años, a la par de sus estudios musicales, Daniela iniciaba su militancia en un proyecto de educación sexual. Aún con ese bagaje, "no pude salvarme de no ser parte de las mujeres y niñas que sufrieron abuso sexual. De ahí en adelante mi lucha ya no fue solo por mi condición neurológica y de aprendizaje, también se convirtió en una lucha para seguir adelante, firme hacía mis sueños, en medio de una guerra entre la culpa y la conciencia de que realmente lo sucedido no fue mi culpa".
"El dolor se transformó en mi motor de lucha", reconoce la joven, quien en ese momento decidió intensificar su militancia social. Fue cofundadora de la Unión Nacional de Centros de Estudiantes del Paraguay (Unepy) en Caaguazú, un gremio estudiantil impulsado por la Casa de la Juventud.
Allí "aprendí muchas cosas; eso me ayudó a alzar la voz por quienes no se animaban a hacerlo, como cuando un docente acosaba a mis compañeras, pero nadie decía nada, para que no le bajaran las calificaciones", recuerda.
Una vez que culminó los estudios secundarios, Daniela se sumó a su actual organización: la Red Enredate, articulación de jóvenes de alcance nacional, que busca la participación activa y protagónica de las juventudes en Paraguay. Una de las primeras iniciativas en las que ella trabajó en Caaguazú, siendo parte de este grupo, fue la lucha contra la violencia hacia las mujeres a través del arte.
A nivel nacional, Caaguazú ocupa el cuarto lugar con más casos de violencia contra la mujer. Según datos del Ministerio Público, entre enero y octubre del año pasado se registraron 1400 denuncias. Además, su alta prevalencia de embarazo adolescente lo sitúa en el tercer puesto con más casos en las 18 regiones sanitarias del país. De hecho, el UNFPA coordinó un proyecto para la prevención del embarazo adolescente no intencional y del abuso sexual en niños, niñas y adolescentes en el distrito de Caaguazú. El mismo estuvo liderado por cuatro ministerios (Salud, Niñez y Adolescencia, Educación y Ciencias, y Trabajo, Empleo y Seguridad Social) y financiado por el Gobierno de la India. El objetivo: implementar un piloto que hoy busca convertirse en una política pública en la materia.
Ante esta realidad y otras problemáticas relacionadas con la juventud, la Red Enredate trabaja en la organización de talleres de educación sexual para jóvenes en escuelas y comunidades, charlas sobre salud mental para estudiantes, docentes y familias, campañas de sensibilización y participación en foros y encuentros sobre derechos humanos, entre otras actividades.
Poesía y música para no callar
Además de sentirse contenida por las organizaciones en las que ha militado, Daniela encontró en la escritura y en la música una manera de canalizar todo lo que ha vivido. Escribe poesías que ya son parte de antologías colectivas, aunque su sueño es publicar un libro como única autora.
En el 2022 se recibió de Profesora de Canto Popular, un título que obtuvo con mucho sacrificio, siempre con el apoyo de su madre, a quien considera su gran bastión. Hoy enseña canto en la Escuela de Música Profesor César Cataldo de la Red Sonidos de la Tierra Caaguazú y en el Espacio de Cultura y Aprendizaje Opy de la ciudad de Itauguá.
Para Daniela, el arte es el medio de expresión por excelencia para alzar la voz ante las injusticias.
"Aunque nos intenten silenciar, el arte habla, no se lo puede frenar, es algo que persiste en el tiempo. Es la voz de todo lo que se calla".
En el marco de la campaña #¡QuieroVivirAsí! #SinViolencia, que el UNFPA impulsa junto a aliados estratégicos, como la Red Enredate, esta joven activista se siente orgullosa de poder afirmar: "Soy todo lo que siempre quise ser y me dijeron que no podía". A las niñas, adolescentes y mujeres, que como ella buscan una vida libre de violencia, "quiero decirles que no están solas, somos muchas y si todas nos tomamos de la mano para transitar las adversidades, nos volveremos más fuertes".
Equipo de redacción: Carolina Ravera Castro/Agencia PRessencia.
Fotografía: UNFPA Paraguay/Catalino González.