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“Es duro traer una criatura a este mundo siendo adolescente”

“Es duro traer una criatura a este mundo siendo adolescente”

“Es duro traer una criatura a este mundo siendo adolescente”

calendar_today 11 Julio 2017

Si bien Marta accedió a un método anticonceptivo, el que no se tuvieran en cuenta las necesidades de una adolescente la llevó a abandonarlo. El resultado: un embarazo no intencional.

ASUNCIÓN, Paraguay - Nos acercamos a San Cayetano, uno de los barrios más populosos de Asunción, ubicado a orillas del Río Paraguay. Es una de las zonas afectadas cada año por las inundaciones, con lo cual muchas familias se ven obligadas a desplazarse y ocupar espacios públicos, como paseos centrales y plazas, para aguantar hasta que baje el agua y regresar nuevamente a sus humildes hogares. Allí la gente pelea el pan diario en duras condiciones y así la educación, una vivienda digna y la salud, en particular la sexual y reproductiva, en vez de derechos constituyen un lujo.

En una vivienda pequeña, que le gana tierra a la quebrada por la que pasa un arroyo, nos encontramos con Marta Cardozo (18), la menor de 6 hermanos, una adolescente cabizbaja, tímida, de voz suave y contextura pequeña. Cuando comenzamos a hablar, saca coraje de su experiencia y nos dice que la comparte “en la esperanza de que otras chicas se cuiden y no pasen por lo mismo que yo”.

Con apenas 14 años, Marta nos cuenta que inició una relación con un hombre de 26. Algo lamentablemente naturalizado en nuestra cultura: niñas jóvenes con chicos muy mayores en relaciones con poca o escaza capacidad de negociación.

Cada noche él la buscaba y la devolvía a la mañana siguiente a su casa. Acompañada de una amiga –“Jaha, me dijo (vamos en guaraní)” – fue al dispensario de su barrio, en donde le proveyeron acceso a un método anticonceptivo. Si bien el acceso a planificación familiar en Paraguay cubre una demanda importante, aún el embarazo adolescente llega a un 20%  y a diario se producen dos partos en niñas de 10 a 14 años. De hecho, la madre de Marta, Ismelda Cardozo, no duda en afirmar que en cada casa del barrio hay una niña o adolescente madre.

"Fue al dispensario de su barrio, alentada y acompañada por una amiga de su edad, donde recibió información y acceso a un método anticonceptivo que finalmente descontinuó. El resultado: un embarazo no planificado"

Así pasaron dos años: dos años en los que trabajaba y estudiaba a la par. Hasta que un día, ya no pudo acceder a las pastillas anticonceptivas, “me pedían unos estudios, no tenía dinero y encima el dispensario atiende sólo hasta las 3 de la tarde, y entre el trabajo y el colegio no tenía cómo solucionar este tema”. Consecuentemente, a los 16, quedó embarazada. 

Difícil realidad

Sola, el papá del niño la dejó inmediatamente, tuvo que enfrentar esta situación que reconoce le produjo mucho miedo. “Es duro traer una criatura a este mundo siendo adolescente” y asumir todo lo que se viene. Hoy reparte su tiempo y su energía en un trabajo de jornadas de hasta 12 horas, de lunes a sábado, en el que le pagan un promedio de 72 dólares americanos mensualmente; el último año de colegio, de 18 a 20:30, en la institución pública del barrio; y el cuidado de su niño, de 1 año y 5 meses, que nos comenta “es muy enfermizo y esto me pone muy ansiosa y mal”.

Contrario a la realidad de Marta, está comprobado que las adolescentes y jóvenes que cuentan con opciones, y una mejor salud reproductiva, están más empoderadas para buscar y mantener mejores empleos y aportar más a sus familias, sus países y al desarrollo de su potencial. Sus familias tienen una mejor situación económica y sus hijos reciben una mejor educación, ayudando a detonar un ciclo de prosperidad que se extenderá a generaciones futuras. Todo ello fortalece a los países que, como el nuestro, pasan por el bono demográfico  y contribuye a la prosperidad global.


Falta de información

No duda en afirmar que es necesaria una educación integral de la sexualidad en las escuelas. “Estaría mejor que en la escuela ya nos eduquen para no embarazarnos, nos orienten, porque ahora desde los 12 ya hay niñas acá en el barrio embarazadas. Las mamás pueden orientarnos, pero si ella trabaja y no tiene tiempo, es mucho mejor que en el colegio nos enseñen”, remarca.

Las adolescentes y jóvenes informadas, y que optan por la planificación familiar, son más saludables y enfrentan un menor riesgo de mortalidad materna. Los niños que nacen de mujeres que espacian sus embarazos tienden a ser más saludables y tienen menos posibilidades de morir en sus primeros cinco años.

En el año 2015, aproximadamente 12.5 millones de mujeres adolescentes de entre 15 y 19 años que vivían en países en vías de desarrollo tuvieron una demanda de planificación familiar insatisfecha. También se ha estimado que, en los países en vías de desarrollo, 14.5 millones de adolescentes en este mismo grupo de edad se convierten en madres cada año.

Planificación familiar y desarrollo

Este año el Día Mundial de la Población, que se conmemora cada 11 de julio, está dedicado a la “Planificación Familiar: Empoderando a las Personas, Desarrollando a las Naciones”.

En el 2015, los anticonceptivos suministrados por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) previnieron, a nivel mundial, 11.7 millones de embarazos no planeados y casi 3.7 millones de abortos en condiciones de riesgo, además de evitar 29,000 muertes maternas. Hacer que los anticonceptivos lleguen a las adolescentes y jóvenes es un reto identificado en la prevención del embarazo no intencional  y que el gobierno de Paraguay ha identificado en el marco de una estrategia conjunta con sus pares del Cono Sur.

No en vano, el doctor Babatunde Osotimehin, Director Ejecutivo del UNFPA (1949-2017) insistía en que “para que las mujeres puedan alcanzar su máximo potencial y ser económicamente más productivas, deben poder ejercer su derecho a decidir por sí mismas si desean tener hijos, en qué momento y con qué frecuencia. Hacer valer este derecho se traducirá en una mejor salud y producirá una multiplicidad de beneficios: mayores inversiones en educación, una mayor productividad, una mayor participación en la fuerza laboral y, a la larga, mayores ingresos, ahorros, inversiones y acumulación de activos.”

Historias, como la de Marta, nos reconfirman la necesidad de las adolescentes de mayor acceso a servicios, insumos y métodos de salud sexual y reproductiva, en contextos adaptados a sus realidades. “Gracias a eso, yo no me embaracé antes”, dice ella y apela a que “las chicas consulten, hablen con sus mamás, amigas, pregunten, busquen ayuda” porque acceder a servicios y a planificación familiar es tu derecho.

Texto y fotografías: UNFPA/Paraguay/Carolina Ravera Castro.

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