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San Lorenzo, PARAGUAY. A sus 25 años, Andrea Esquivel ya ha dejado su huella en la defensa de los derechos y la salud sexual y reproductiva. A pesar de haber migrado a la ciudad de San Lorenzo —próxima a la capital del país— en busca de nuevas oportunidades, no ha abandonado su compromiso con Presencia Joven. Conoció esta agrupación de adolescentes y jóvenes cuando residía en Encarnación (ciudad a 360 kilómetros de Asunción). A los 15 años fue invitada a participar de uno de sus talleres sobre sexualidad. "Me encantó que fueran personas cercanas a mi edad las que hablaran del tema con una metodología divertida, y que me hicieran sentir escuchada sin juzgarme por las preguntas que yo hacía", recuerda.

Desde entonces, Andrea trabaja con Presencia Joven en una causa común: exigir y visibilizar los derechos sexuales y reproductivos desde el punto de vista de los derechos humanos. La estrategia de este grupo autónomo se basa en la capacitación y educación entre pares, permitiendo que sus integrantes se formen y luego capaciten a más adolescentes y jóvenes. Mediante programas de radio, obras de teatro, talleres dinámicos, actividades culturales, contenidos para redes sociales, concursos dirigidos a adolescentes y jóvenes, foros barriales, murales y marchas instalan temas de salud sexual y reproductiva en el ámbito local y nacional.

Además de estudiante de Derecho, artista y bailarina, Andrea se identifica como defensora del feminismo, los derechos humanos y la democracia. Para ella, dos herramientas poderosas que podemos usar para crear un mundo más justo e igualitario son el arte y el activismo social. La primera vez que pudo integrar estas dos pasiones fue en su tesis para obtener el título de Profesora Superior de Danza Jazz. En su obra "Las consecuencias de la discriminación", inspirada en los informes de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (CODEHYPY), utilizó la danza para contar las vivencias de una adolescente que deseaba vivir su amor libremente. Estos informes de la CODEHUPY, clave para la vigilancia y monitoreo de los derechos humanos en Paraguay, han sido apoyados por UNFPA en varias de sus ediciones. 

Lo que implica ser activista

Andrea reconoce que ser activista no es una tarea sencilla. Implica "estar constantemente en alerta, sentir que nunca se sabe lo suficiente; incluso, dependiendo del contexto, puede dar algo de miedo". Sin embargo, saber que está haciendo algo para cambiar la realidad en la que vivimos la motiva a seguir adelante. 

Recuerda con emoción un gesto que la llenó de esperanza: luego de dar un taller sobre prevención de la violencia basada en género, una estudiante se acercó y le dijo: "Ahora siento que no estoy sola, gracias a este taller sé que yo puedo".

Empoderarse mediante el conocimiento

Andrea cree que una estrategia para abordar y prevenir la violencia de género es ofrecer campañas de comunicación para que las personas se informen,  sensibilicen y familiaricen con los conceptos. A la vez, considera fundamental generar espacios donde compartir saberes y experiencias, y "dialogar para que se produzca un verdadero interés y se adquieran conocimientos".

A su criterio, el conocimiento empodera a las personas y les permite tomar decisiones informadas sobre sus vidas. Saber que se cuenta con información suficiente para actuar o no en una situación determinada genera seguridad y autonomía. "El saber que podés decir 'no' hasta el último momento, que todo acto hecho con consentimiento no debe dar vergüenza o que la gestión menstrual es un tema de salud pública... cada pequeño conocimiento que sumamos nos hace fuertes y empáticas".

Por eso, uno de sus mayores anhelos es que la educación sexual integral llegue efectivamente a escuelas, colegios y universidades "para disminuir informaciones falsas que solo dañan y promueven el odio y la censura".

También sueña con una sociedad en la que las mujeres puedan vivir libres de miedo, donde la sexualidad se aborde sin tabúes y exista una mayor equidad de género. "Quiero una sociedad que deje de tener vergüenza de cosas tan naturales como la sexualidad", afirma.

Andrea es parte de la población de entre 15 y 29 años que, según la Encuesta Permanente de Hogares 2024 elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), se estima en 1.499.742 personas: un potencial bono demográfico si se crean las condiciones de educación, salud, empleo, entre otras, para que aporte positivamente al crecimiento y al desarrollo sostenible. Entendiendo la relevancia demográfica de este momento, el UNFPA apoya al país a avanzar en las políticas públicas de juventud, aportando al análisis y a la generación de insumos para la toma de decisiones en esta materia y apoyando la participación protagónica de las juventudes.  

Esta publicación es parte de la campaña #¡QuieroVivirAsí! #SinViolencia que el UNFPA impulsa junto a aliados estratégicos, como Presencia Joven, para fortalecer el empoderamiento de las mujeres, las adolescentes y las niñas como protagonistas de una nueva historia, una historia en la que sus proyectos de vida puedan desarrollarse libres de violencia.

Equipo de redacción: Carolina Ravera Castro/Agencia PRessencia.

Fotografía: UNFPA Paraguay/Mario Achucarro.