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CIUDAD DEL ESTE, Paraguay – La migración forzosa nunca es fácil. Dejar tu país, tu entorno afectivo, tus orígenes, y enfrentarte a otro mundo colocan a la persona migrante en un escenario de vulnerabilidad que debe mirarse desde diversas ópticas. Una de ellas, es cómo los movimientos migratorios afectan de manera diferenciada a las mujeres: cómo las exponen a la violencia basada en género y lo que conlleva para su salud sexual y reproductiva. Es allí, donde el UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas, centra su atención y apoya a los gobiernos desde su experiencia, a fin de reducir riesgos y abordar estos aspectos de manera integral.

Desde el inicio de la crisis política en Venezuela, alrededor de 5,4 millones de venezolanos y venezolanas se vieron obligados a migrar en calidad de refugiados a otros países. El éxodo se inicia en el 2002. “En el 2017, cuando Venezuela atraviesa por uno de sus momentos más críticos, con manifestaciones, disturbios, ataques, heridos y muertes el ingreso a Paraguay registra 4.468 personas. Actualmente, según datos oficiales, hay 5.887 personas migrantes de Venezuela en nuestro país”, explica Rocío Galiano Marés, Representante Nacional del UNFPA, en base a los registros de la Dirección General de Migraciones de Paraguay (DGM), remarcando que el 55% de las personas venezolanas migrantes a Paraguay son mujeres, niñas y adolescentes.

Salimos antes de la crisis más fuerte, pero ya no se conseguían alimentos ni había medicinas. Toda mi familia sigue en Venezuela.

En este contexto, el UNFPA en Paraguay desarrolla el proyecto Mitigación de riesgos y servicios de respuesta a la violencia basada en género y de salud sexual y reproductiva a personas migrantes y refugiadas de Venezuela en Paraguay, con fondos proporcionados por el Gobierno de los Estados Unidos y con un importante número de aliados locales como el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, el Ministerio de la Niñez y la Adolescencia, el Ministerio de la Mujer, la Secretaría Nacional de Cultura, Dirección de Migraciones, municipios y organizaciones locales de Encarnación, Ciudad del Este y capital, agencias de Naciones Unidas como OIM y ONU Mujeres, y la Asociación Civil de Venezolanos en Paraguay.

“En Ciudad del Este teníamos censadas a unas 400 personas aproximadamente durante la pandemia. Ahora el número debe ser mayor. Dicen que hacia el interior del Alto Paraná hay otras familias que no tenemos registradas”, comenta Dorelis Sequini, directora de la Asociación de Venezolanos en Paraguay de Ciudad del Este. Ella es abogada y lleva seis años en Paraguay: “Salimos antes de la crisis más fuerte, pero ya no se conseguían alimentos ni había medicinas. Toda mi familia sigue en Venezuela”.

Como Dorelis, muchas de las personas migrantes de Venezuela tienen una profesión, pero al verse forzadas a migrar se encuentran con un panorama complejo para incorporarse al mercado laboral. “Estuvimos dos años en Asunción, pero luego decidimos venirnos a Ciudad del Este, donde empezamos a emprender luego de haberlo perdido todo”. El rubro gastronómico reconoció las arepas, dulces, pizzas de Dorelis y desde el año pasado impulsan la venta de jugo de naranjas en la zona del Lago de Ciudad del Este.

Ayuda oportuna

Durante el transcurso de este proyecto de apoyo a las migrantes venezolanas, el UNFPA se acerca con jornadas de capacitación y de información sobre cómo abordar situaciones de violencia basada en género y adónde recurrir para acceder a servicios e insumos de salud sexual y reproductiva.

“Hemos conocido de muchos abusos cometidos en el tema laboral principalmente con las mujeres migrantes. Es una situación bastante complicada y nos sentíamos solas, pero con este tipo de programas nos sentimos involucradas. Siempre les digo a mis compatriotas: es como una puerta que se nos abre, para expresarnos, para pedir apoyo”, enfatiza durante una de las jornadas de entregas de kits con insumos básicos para atender las necesidades de las mujeres en medio de esta situación humanitaria.

  

A la fecha, el proyecto ha llegado a Encarnación, Ciudad del Este y Asunción con diversas acciones. “Hay organismos que se están interesando por la población venezolana”, destaca Dorelis y relata que ahora es mucho más fácil hacer los trámites que antes resultaban costosos y burocráticos, gracias al aporte de instituciones como el UNFPA.

Diversidad cultural

La riqueza de la diversidad cultural y del aporte de la población venezolana al país es otro de los aspectos que se promueven en el marco de la iniciativa, con el fin de unir lazos, acercar a las personas y tender puentes que colaboren a fomentar la tolerancia y el diálogo.

“Es un espacio de cohesión social donde la comunidad venezolana tiene la ocasión de realizar una demostración de sus costumbres y expresiones culturales a la par de poner a disposición sus iniciativas y emprendimientos en Paraguay. Es un evento de convivencia para propiciar una integración solidaria y fortalecer nuevos vínculos y sinergias que den lugar a un relacionamiento armónico”, sostuvo Galiano Marés durante el encuentro “¡Venezuela celebra!”, realizado en una de las plazas centrales de la ciudad de Asunción. Allí, los colores, las danzas y la gastronomía venezolanos constituyeron el lenguaje propicio para que paraguayas y paraguayos se acercaran a esta comunidad. 

Hay organismos que se están interesando por la población venezolana.

Para Dorelis no cabe duda de que la mayoría de las y los venezolanos quiere producir y que no les regalen las cosas. Algo en lo que coinciden Evelyn González, referente de la asociación de venezolanos, y Nadia Riveros, directora de la Dirección de Formación y Divulgación de la Diversidad Cultural de la Secretaría Nacional de Cultura.

Finalmente, sólo abogan por una oportunidad para las personas migrantes de Venezuela que les devuelva la posibilidad de vivir una vida digna, segura y respetuosa de sus derechos.

Texto: Carolina Ravera Castro, UNFPA Paraguay.

Fotografía: UNFPA Paraguay/Analía López.