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FERNANDO DE LA MORA, Paraguay - Cuando suenan los tambores de las Kuña Afro, ellas se comunican directamente con sus ancestros, se conectan a través del sonido y de la danza con su identidad, preservan y visibilizan su cultura, que hasta hace poco tiempo era sistemáticamente negada. Aunque falta mucho por recorrer, en Paraguay cada vez son más las personas que se reconocen afrodescendientes y que con orgullo levantan su bandera. En el marco de nuestro compromiso de no dejar a nadie atrás, especialmente a las poblaciones más vulnerabilizadas y con motivo del Día Internacional de las Personas Afrodescendientes, conversamos con Bárbara Araceli Medina (27 años), integrante además del ballet Kamba Cua-Lázaro Medina desde los 6 años, con una licenciatura en Radiología y al frente, junto a su madre, Marcelina Medina, de un emprendimiento familiar gastronómico. A través de ella, buscamos acercarnos a la realidad de muchas mujeres afrodescendientes, quienes buscan ser protagonistas de su tiempo y que enfrentan un sinnúmero de barreras para desarrollar sus proyectos de vida. Por ejemplo, Bárbara aun teniendo una carrera no ha logrado insertarse profesionalmente en ese rubro.

“El grupo Kuña Afro (kuña, mujer en guaraní) nace de la necesidad de reivindicar nuestro papel como mujeres. Este proyecto aporta a la búsqueda de la visibilidad de las personas afrodescendientes, y más que quedarnos en un deseo nos vimos empujadas por la necesidad misma de ir tras resultados eficientes, colaborar con cambios positivos para que nuestra comunidad avance hacia una mejor vida”, nos explica Bárbara, quien nos confirma que anteriormente no se veían mujeres de su comunidad tocando los tambores. Como parte de ese trabajo de mayor visibilidad, UNFPA invitó a Kuña Afro a sumarse a la campaña "¡Quiero vivir así! #SinViolencia" con un módulo en el que se aborda la violencia por motivos de raza. 

“Fue en las acciones por el 8 de marzo, en el 2018, cuando nos invitaron a tocar a nosotras y de allí ya sólo fue seguir ganando espacios” e inclusive ser parte de la Red Paraguaya de Afrodescendientes (RPA).

Ante todo, derechos

Subraya que además del arte, las reúne el interés por la lucha constante por sus derechos, por el compromiso con la justicia y por las ganas de seguir aprendiendo juntas: “Creemos firmemente que la promoción, protección y respeto a los derechos humanos son esenciales para que todas las personas podamos desenvolvernos en igualdad”.

En Paraguay, según datos del Censo nacional del 2012, se registraron 3.867 personas auto identificadas como afrodescendientes. Hubo una leve predominancia de hombres (53%) respecto de las mujeres (47%) y se identificaron 5 concentraciones territoriales en las ciudades de Emboscada, Asunción, Alto Paraná, Fernando de la Mora y Paraguarí. Sin embargo, la comunidad afrodescendiente indica que ese dato no sería representativo teniendo en cuenta que, en el año 1.778, poco antes de la independencia de Paraguay, ocurrida en 1.811, la población afrodescendiente constituía el 11,3% de la población total y el 50% de la población de Asunción.

Ser afrodescendiente en Paraguay

Cuando le consultamos acerca de cómo se siente ser afrodescendiente en Paraguay, Bárbara responde que siempre existe el miedo a la discriminación. De hecho, pese a las reiteradas recomendaciones, Paraguay aún no cuenta con una ley o un mecanismo contra la discriminación. “La desigualdad que vivimos las personas afrodescendientes se ven reflejadas en el acceso a la educación, al empleo, a la vivienda adecuada. Sentimos que el Estado nos invisibiliza. Hubo un censo nacional, fuimos excluidos y no nos dieron una respuesta muy clara del porqué no se pudo incluir la pregunta de si te considerás kamba o afrodescendiente y la verdad que ésa es la mayor negación hacia la población afro”, sostiene y argumenta que es muy importante que las estadísticas registren a todas las poblaciones para tener acceso a oportunidades y ejercer sus derechos.

Cerca de 209 millones de afrodescendientes habitan nuestra región. Es decir, aproximadamente 1 de cada 4 personas en América Latina y el Caribe y 1 de cada 7 en Canadá y los Estados Unidos se identifican como afrodescendientes.

En contraposición, sólo 11 de los 35 países de las Américas recopilan cifras de salud materna desglosadas por raza, y solo un tercio de los 32 planes nacionales de salud identificaron a las personas afrodescendientes como personas que experimentan barreras para la atención médica.

Ante estas cifras, Bárbara nos recuerda que el gobierno que recientemente asumió se encuentra frente al reto de avanzar en políticas públicas que garanticen sus derechos. Queda pendiente, enfatiza, la reglamentación de la Ley 6940 que establece mecanismos y procedimientos para prevenir y sancionar actos de racismo y discriminación hacia las personas afrodescendientes. "Esperamos que pronto avancen en esta tarea", finalizó.

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Equipo de redacción: Carolina Ravera Castro y Zunilda Acosta.

Fotografía: UNFPA Paraguay/Iván Acosta.