ASUNCIÓN, Paraguay - ¿Qué tienen en común la moda, el desarrollo textil y la inclusión social? La respuesta, transformadora y llena de esperanza, surgió hace nueve años de la mano de la Fundación Princesa Diana de Francia en Paraguay. En un contexto donde las mujeres privadas de libertad enfrentan múltiples barreras para reinsertarse en la sociedad, idearon un proyecto innovador: transformar las rejas del Centro Penitenciario para Mujeres Casa del Buen Pastor en talleres de moda y arte

Con diseños creativos de calidad y un fuerte compromiso con la sostenibilidad, la Fundación no sólo  enseña un oficio, sino también apoya a estas mujeres en su proceso de autonomía y empoderamiento, brindándoles la oportunidad de contar con una fuente de ingresos desde la cárcel y, una vez fuera, la posibilidad de un nuevo comienzo.

La historia de Diana, ex interna, es un claro ejemplo del impacto positivo de este proyecto. Inicialmente, se sintió escéptica cuando la invitaron a participar. “En ese momento yo era adicta y les dije que no me importaba ser parte, porque siempre iban personas a ilusionarnos con promesas que no se cumplían. Pero después probé y me gustó lo que aprendí”, y admite que fue un apoyo esencial para recuperar a su hijo que, en aquella época, se encontraba en un hogar para niños. 

A medida que se involucró en los talleres de confección textil y otras disciplinas artesanales, como el bordado, serigrafía y moldería, encontró en la confección de prendas una forma de expresión y un escape a sus problemas. Hoy, que Diana ya está libre y rehabilitada, puede hacerse cargo de su familia y continuar trabajando con la Fundación en el Centro de Aprendizaje. "Mi vida cambió totalmente, tengo una hermosa familia, dos nenes y una nena, y día a día trabajo y con mi esfuerzo, no nos falta nada".

Su calidad de vida ha mejorado, pero aspira a más. Su sueño es tener un taller de costura propio y mudarse de casa, dejar la zona baja del barrio Ricardo Brugada, más conocido como la Chacarita, que es vulnerable a las constantes inundaciones.

Empoderamiento económico y desarrollo humano

Una realidad que la Fundación Princesa Diana fue constatando, a medida que desarrollaba sus talleres con las mujeres del Buen Pastor, es que quienes recuperaban su libertad tenían escasas oportunidades laborales. "El estigma de haber estado en reclusión es muy fuerte. No tienen acceso a créditos, por ejemplo. Esta situación las lleva a buscar alternativas y explorar otro tipo de actividades más informales para conseguir el sustento", cuenta Marcela Abriola, directora creativa de la organización. Ante esta realidad, agravada por la pandemia de COVID-19, decidieron habilitar un Centro de Aprendizaje y Producción Textil fuera de la penitenciaría al que acuden mujeres en situación de vulnerabilidad.

Ubicado en la misma sede de la Fundación, el Centro de Aprendizaje recibe  entre 25 y 30 mujeres para ofrecerles un modelo de economía circular que combina lo social, lo ambiental y lo económico. Utilizando residuos textiles y recibiendo una paga semanal, las beneficiarias pueden construir un futuro más estable, no solo desde el punto de vista económico, sino también emocional.

Detrás de cada una de estas mujeres, "hay historias de vida  muy fuertes: muchas vienen del encierro, otras con quiebres emocionales. Lo que intentamos aquí es que puedan lograr la transformación que necesitan para salir adelante", dice Marcela.

Las prendas diseñadas y confeccionadas se promocionan con la marca “D’Diane moda con propósito” y se venden, junto a otros productos (llaveros bordados, neceseres, accesorios y carteras de karaguata), en la sede de la Fundación (Mcal. López 832 y Tacuary) y a través de sus redes sociales. Además, están presentes en  puntos de venta externos: Marketplace, Cecilia Fadul, Over All Artesanías, el Grupo Yaguareté y la peluquería Rommy Femenino/Masculino del Shopping Mariscal. 

Considerando los puntos en común, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, y la Fundación Princesa Diana de Francia firmaron un acuerdo de cooperación para fortalecer la promoción del cuidado de la salud sexual y reproductiva, así como la prevención y atención de la violencia basada en género, uniendo esfuerzos para una mejor respuesta.

Suprarreciclaje y transformación personal

Aunque desde chiquita había aprendido a hacer manualidades, lo primero que le llamó la atención a Fulgencia, al llegar al Centro de Aprendizaje de la Fundación, fue la materia prima con la que debía trabajar: residuos textiles. Hoy sabe que eso es parte del  suprarreciclaje o upcycling, un concepto que se basa en la idea de transformar materiales o productos que muchas veces son considerados como desechos, en otros productos de valor. "Yo pensaba que no iba a salir nada lindo de eso, pero cuando vi la forma en que se trabajaba aquí, eso cambió. Me encantó ver cómo se pueden lograr cosas maravillosas cuando las mujeres se juntan y se ayudan".

En este espacio, Fulgencia encontró más que un taller; encontró una familia. Rodeada de mujeres que compartían experiencias similares, comenzó a sanar las heridas que le había dejado la muerte de su hija. Aunque ya han pasado ocho años desde aquel día, "hasta ahora me cuesta, me duele lo que viví, pero venir acá me ayuda... siempre alguien te recibe con amor, eso me hace bien".

El talento y la dedicación de Fulgencia no pasaron desapercibidos. Sus ganas de sobresalir, la llevaron a estudiar diseño de modas. Pronto, comenzó a destacar en los proyectos de la Fundación y al poco tiempo, compitió en un programa internacional de la Misión Técnica de Taiwán, donde obtuvo el primer premio. Así pudo mostrar su trabajo a nivel mundial y adquirir nuevas herramientas para su desarrollo profesional.

Fulgencia tiene un taller de costura en su casa, que fue equipado con ayuda de la Fundación, donde sigue creando prendas con entusiasmo y gratitud.

Gracias a que llegué aquí, encontré la manera de ayudarme a mí misma y dejar que alguien más me ayudara".

La historia de Fulgencia va más allá de su éxito personal. Su experiencia refleja el impacto positivo de la Fundación Princesa Diana en la vida de muchas mujeres. Al apostar por las segundas oportunidades y brindar herramientas de desarrollo personal, se contribuye a construir una sociedad más justa y equitativa. 

Desde el UNFPA, apoyamos el fortalecimiento de la capacidad nacional para promover los derechos y el empoderamiento de las mujeres, las adolescentes y las niñas, especialmente para prevenir la violencia y responder a ella, en contextos de desarrollo y humanitarios. En el marco de nuestra campaña ¡Quiero vivir así! #SinViolencia, que impulsamos en alianza con la Fundación Princesa Diana de Francia en Paraguay y otras instituciones públicas y privadas, rescatamos las inspiradoras historias de Diana, Marcela y Fulgencia,  mujeres que con su ejemplo construyen un mundo sin violencia.

Equipo de redacción: Carolina Ravera Castro/Agencia PRessencia.